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Annabelle, la muñeca diabólica de “El Conjuro”: Un caso real y espeluznante II

07 Nov

La muñeca diabólica.

Lou, el novio de Donna, fue el primero en sufrir las consecuencias. El joven no sólo había querido deshacerse de la muñeca desde la primera vez que la tuvo en sus manos, sino que también comenzó a sufrir recurrentes pesadillas con el juguete. Una noche, tras despertar de un mal sueño, miró al pie de su cama y vio, estupefacto, la aterradora figura de la muñeca de trapo. El juguete trepó en cuestión de segundos a su cama e intentó estrangularlo, aunque sólo consiguió desmayarlo.

Tras recuperar la conciencia, Lou se dirigió de inmediato a la casa de su novia decidido a destruir a la muñeca. Pero, tras llegar y saludar a Donna, escucharon ruidos procedentes del dormitorio de la chica, como si varias personas estuvieran hablando allí. Al entrar no vieron a nadie, sólo a Annabelle sentada en una esquina. En ese preciso momento Lou se tocó el pecho transido de dolor. Cuando se abrió la camisa, que sorprendentemente estaba empapada en sangre, descubrió que tenía siete marcas de garras distintas, tres verticales y cuatro horizontales, que le desgarraban la piel como si fueran quemaduras.

Convencidos definitivamente que el espíritu que animaba a la muñeca era hostil y maligno, Donna y sus amigos se pusieron en contacto con algunas autoridades eclesiásticas, quienes los pusieron en contacto con Ed y Lorraine Warren. Esta pareja de investigadores paranormales llegó de inmediato a la conclusión más obvia: el espíritu que se encontraba unido a la muñeca no era el de una inocente niña, sino que una presencia diabólica no humana que deseaba poseer el alma de Donna.

Los Warren, para mantener a salvo a los tres jóvenes, decidieron llevarse a Annabelle a su casa y lo consiguieron a duras penas. En el viaje el motor, la dirección y los frenos del auto comenzaron a fallar y los desperfectos sólo cesaron cuando Ed Warren roció a la muñeca de trapo con agua bendita. Ya en el domicilio de los investigadores, la muñeca siguió dando problemas. Levitó al menos un par de veces y comenzó a aparecer en las distintas habitaciones de la casa, incluido en el mismo asiento de Ed Warren.

Los Warren, convencidos que la muñeca estaba embrujada por una entidad demoníaca, contactaron al sacerdote Jason Bradford para que hiciera un exorcismo. Pero éste, al ver a Annabelle, sólo exclamó: “Es sólo una muñeca de trapo. No puede hacer daño a nadie”. Increíblemente, cuando el religioso se retiró de la casa de los Warren, su auto sufrió un desperfecto en los frenos y terminó fuera de la carretera. El cura salvó con vida de milagro.

 
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Publicado por en 7 noviembre, 2014 en Annabelle, diabólica

 

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